1. Ante todo, hacer hincapié en el niño, no en su afectación
Esto quiere decir que el bebé, independientemente de sus dificultades, es un bebé como otro cualquiera y como tal debe ser tratado. Lo que implica:
✓ OBSERVAR LO POSITIVO Y PENSAR COMO AUMENTARLO.
✓ ESPERAR MUCHO DE SUS POSIBILIDADES.
✓ NO LIMITAR SU POTENCIAL.
✓ PROVEERLE DE EXPERIENCIAS NUEVAS Y VARIADAS.
2. Establecer una buena relación con el niño
Un niño aceptado y querido establece vínculos afectivos que serán la base para su desarrollo social.
3. Emplear rutinas que favorezcan la interacción
Aprendemos a través de nuestras relaciones.
✓ Las rutinas ayudan a los niños a entender lo que está pasando, así como a entender y prever lo que va a suceder.
✓ Entrenar sus habilidades sociales.
4. Aprender a reconocer sus señales
A través de las cuales expresará cómo se siente y que necesita.
5. Seguir las iniciativas de los niños
Centrar la intervención en sus intereses y descubrir donde se sitúa su atención sacando el máximo partido a lo que le gusta.
6. Fomentar la autonomía
Es importante tomar conciencia del valor de creer en los niños y en sus posibilidades.
7. Mejorar el movimiento a través del juego
Poner en marcha el sistema motor , aprender a controlarlo, sentirlo (propiocepción) y utilizarlo.
8. Aprender a través del juego.
9. Modelo centrado en la familia
Promover cambios en el niño a través de la familia, que actúa como sujeto activo.
10. Comunicación constante entre todos los profesionales de la vida del niño
Comunicación con médicos, pediatras, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, integradores y trabajadores sociales, profesores…